Duelos. Transmigración en movimiento. La libertad no tiene fronteras, ningún ser humano es ilegal. Francisco Elías Prada, Ciudad de México. 2016

 

 

“La búsqueda de la utopía social para mí es un apostolado, tengo el compromiso humano como eje y a la fotografía  y el cine de No ficción como herramientas, este impulso vital no cambia nada todavía, muy a pesar de mis propios deseos, pero yo si he cambiado y creo que he logrado aportar a otros por lo menos interrogantes, contagiar la sensación de urgencia de estos tiempos, la necesidad de indignarse ante la injusticia y la necesidad de dar testimonio; teniendo a la solidaridad como lenguaje entre los seres humanos, la pasión tras las historias vivas, intentando narrar desde adentro, viviendo cada proceso desde los seres de carne y hueso, casi siempre como un lobo solitario, escuchando a los otros con todos los sentidos, acompañándolos en el riesgo para seguir construyendo una vida, un testimonio, una lucha más allá de la imagen misma y de las consecuencias de ella y de los propios actos”.

 

Una historia de vida

Todo se inició para mí cuando migré a vivir con nuestros ancestros, sin tener mucha conciencia de esto. Era apenas un niño, estaba precedido de la utopía de mis padres y sus búsquedas vitales que después de un tiempo rescato con orgullo y las hago mías con mis propios aportes, errores y circunstancias. Viajamos hasta la profundidad de estas tierras en el Capanaparo, a la maravilla del llano y sus extremos, viajamos con la intención de contribuir a detener la violencia y el exterminio histórico contra los hermanos Pume y Kuivas del Alto Apure. Allí se inicia esta pequeña historia. Allí quedaron sobreviviendo al tiempo, en la memoria de estos pueblos los intentos de hacer justicia.

La migración se vive de diferentes maneras, muchos creen que migrar es una decisión voluntaria que simplemente es tomar las maletas, despedirse de los seres queridos y partir, la verdad es que se dejan muchas cosas atrás, por eso es tan duro. En una mayoría de los casos de esta realidad, toca despertarse y salir de casa, sólo con lo que llevas encima y debes hacer lo que sea en el resguardo de tu vida y la de tu familia, en ese mismo instante te conviertes en otro ser humano, te conviertes en un inmigrante, un transmigrante, en un desplazado, muchas veces en un perseguido político, social, económico que lo único que intenta es sobrevivir.

Toda la vida he sido migrante, un perseguido de mis propias angustias y sueños; ha sido en mi caso una diáspora perenne, he tenido que salir y dejarlo todo una y otra vez. Es como una ley de vida; en algunas oportunidades como perseguido político, en otras ocasiones por decisión propia al no encontrar un lugar digno para existir y realizarme, en otro momento la deportación instantánea, hasta llegar al estrangulamiento económico, desde tu propio país.

El tema de la transmigración me toca directamente, son seres humanos efímeros, extremadamente vulnerables, violentados por las circunstancias de su éxodo, por lo que intento construir un testimonio de estos procesos en la búsqueda por aportar de alguna manera desesperada, en la construcción de las utopías sociales urgentes.

Creo en la imagen como herramienta para la creación; ella puede contribuir a contar, narrar gestos de un tiempo y de unas circunstancias. Creo que la libertad es un derecho humano, todos tenemos derecho de ser libres y todos tenemos derecho a tratar por diferentes medios de buscar la felicidad, eso incluye la migración.

En USA conocí la deportación, la persecución, la división familiar, la tristeza de la incertidumbre, la confrontación directa con un sistema legal que juzga y ejecuta sin escuchar razones. Allí fue separada mi familia. Mi hijo, nacido en suelo americano, junto a su madre fueron expulsados. Todavía recuerdo a mi compañera para ese momento esposada como una criminal a las puertas del avión en espera que se ejecutara el veredicto, que de manera subrepticia en condiciones de ilegalidad se le dictó, en una ciudad subterránea ubicada debajo del aeropuerto, donde pululan miles de inmigrantes que van a ser deportados y donde esperan el momento, conviviendo con sus captores, sus jueces y verdugos.

 

México, un vasto territorio.

México no es un país, es un vasto territorio surreal, mágico, violento y místico: allí se conjugan los tiempos desde Quetzalcóatl hasta los pachucos, su gente, sus colores, sus 350 lenguas originarias, sus códices, sus diversas culturas, sus pueblos en luchas inéditas, los monumentos mudos de tantos siglos que cuentan de dónde venimos, imágenes poéticas y brutales, la primera revolución contada por la fotografía y el cine, que nos dejó a todos seducidos y que se alejó traicionada, como un sueño tras las balas dirigidas a su propio pueblo, un lugar icónico para mí. Tenía que ir allí, tratando de vivir la bastedad de ese inexplicable territorio; desde niño esto estaba en mi imaginario, quería encontrarme de alguna manera con ese México profundo donde grandes fotógrafos volcaron su mirada, fui siguiendo ese rastro, recorrí kilómetros para llegar hasta allí y poder fotografiar en especial a los pueblos originarios y la vida de los que migran, sus pueblos abandonados, la soledad de sus casas, el silencio del viento, captar a los transmigrantes, atreviéndose a cruzar el territorio hostil que les quita la vida.

Teniendo esa carga emocional, llegamos en un autoexilio desde Venezuela. Necesitaba captar estos instantes mediante lo inquietante del hecho fotográfico. Era como acércame a lo que ha sido mi vida, teniendo a la fotografía como medio y pretexto para llegar hasta ese otro ser humano. Por esa razón, estoy aquí con los mutilados, con los que trasiegan el riesgo como un intento último de sobrevivencia, con las madres que buscan desesperadamente alguna noticia de sus hijos, algún rastro; con la soledad de sus pueblos tristes con sus casas de lujo construidas con los dólares ganados en el silencio, casas vacías de emociones y abandonadas al tiempo, hermanos de causa de los ahogados de Lampedusa en el Mediterráneo, de los subsaharianos en Melilla y Ceuta tratando de llegar a esa España, de las cholitas de la Quiaca y de los que trasiegan la triple frontera, que van y vienen como hormigas, de los sirios que llegan a las costas de Grecia, de los colombianos y los haitianos en mi propia Venezuela. Nadie es ilegal, somos seres humanos con derecho a buscar una vida mejor. No se puede perseguir ni criminalizar la migración.

México, tradicionalmente, ha sido un expulsor de migrantes a Estados Unidos. La migración es el drama épico más denso e importante de este momento donde grandes contingentes se ven expuestas a estas circunstancias (En el mundo hay 191 millones de migrantes. 25 millones han migrado dejando su país de origen en América Latina y el Caribe, en el primer quinquenio del siglo XXI).

 

Trasmigración en movimiento

Para mí, no es solamente hacer un ensayo fotográfico y que eso no signifique nada más; hay una intención de contribuir en el intento de tratar de trasformar esa situación y mi aporte principalmente es visual. La fotografía es mi herramienta, la fotografía es mi medio y, a partir de la fotografía, yo genero otros discursos en alianza con procesos de lucha y de cambio social. Se trata entonces de todo lo que hay detrás, tantas historias detrás de las fotos, muchas veces las historias tienen más peso que la foto misma; las fotos reflejan una pequeña parte de mi conexión con las personas que están en ellas y yo creo que si se refleja algo, si yo logro trasmitir eso puedo hacer la diferencia, viviendo lo que estoy viviendo, una mezcla de emociones de retos, de miedos e inseguridades; por otra parte, si yo no estuviera conectado emocionalmente con esas personas a las que estoy fotografiando, las imágenes no tuvieran esa carga que se percibe cuando una persona que no tiene referencias sobre esa historia, sienten esa conexión emocional, esa complicidad que establezco con ese otro.

Seguro que existió un detonante circunstancial en México, pero yo venía de Estados Unidos. He estado del otro lado, del lado del american way of life; he vivido los privilegios y los dramas que significan estar en USA; viví la ciudad ícono del mundo, Nueva York, su imaginario. Yo venía de esa vivencia, también había conocido la realidad de los migrantes que llegaban a esa ciudad, a un país como EU y sus niveles de intolerancia, yo había hecho diversos ensayos sobre los derechos civiles y en particular sobre la brutalidad policial y los marginados de siempre en la metrópoli.

Comencé en México a trabajar con el Movimiento Migrante Mesoamericano, con Soy Migrante y con Cultura Migrante ONG que, entre muchas de sus tareas, dan apoyo económico, logístico y humano a los albergues, que son el lugar donde llegan los migrantes. Las líneas férreas por donde pasa la bestia están en el mayor de los casos, frente a los albergues.

 

La Bestia es el tren por medio del cual muchos transmigrantes intentan llegar desde el sur al norte, no es un tren de pasajeros; significa en pocas palabras peligro y muerte, a su vez no cuesta ni un peso, si las cosas van bien. El tren es donde va la carga de productos manufacturados en esas grandes maquilas que están en México y Centroamérica para minimizar al máximo los costos de producción de productos que siendo norteamericanos son hechos en estos lugares; los migrantes van en el techo del tren corriendo todos los riesgos de un viaje que no los toma en cuenta, más que como otra mercancía.

Comencé a fotografiar. Cuando obtengo los primeros resultados empiezan las contradicciones, ensayo y error. No hay otra, trato de hablar con otra gente, con algunos fotógrafos mexicanos, a los cuales no les interesa el tema, no quieren saber nada de eso. Voy hasta los albergues, a las líneas férreas, a los botaderos de basura, a los espacios donde los migrantes se protegen del crimen, de las maras, de la policía, de la migra. Una de las acciones desde los albergues, es ir a buscar a migrantes en las líneas férreas, los cuales no se quieren acercar a estos oasis solidarios en la mitad de la nada, por miedo a ser detenidos por parte de las autoridades migratorias o el crimen que rondan esos sitios.

 

FRANCISCO ELÍAS PRADA, cineasta

 

Trabajo en Proceso

Trabajo en 5 ejes de acción para desarrollar este proyecto que está actualmente en construcción: Niños migrando solos, mujeres migrando, personas lisiadas por la bestia, madres centroamericanas en búsqueda de sus hijos migrantes desparecidos, nosotros migrantes.

La migración es un drama global. Ahora estoy en México, tengo que ir a Centroamérica a Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Belice. Estoy trabajando con recursos propios. Necesito visitar también los protectorados españoles de Melilla y Ceuta ubicados en suelo marroquí (África) donde llegan los subsaharianos con intenciones de llegar a Europa, Lampedusa, Italia; la frontera de la Quiaca entre Bolivia y Argentina y la Triple Frontera, en el cruce entre Argentina, Brasil y Paraguay.

Este proyecto contará con varias plataformas de difusión transfronteriza: un espacio web, donde el trabajo sea visto, desde cualquier lugar, imágenes, entrevistas, videos seleccionados, y una de las secciones más importantes para interacción donde cada persona migrante que desee o que se identifique con esta realidad, alimente y contribuya con sus historias e imágenes, para que se denuncien desapariciones. También se generarán exposiciones itinerantes en la bestia y en los albergues en la calle, allí donde se vive la migración, además de un foto libro. Para alcanzar estos objetivos,  debo lograr alianzas y colaboraciones, aportando al conocimiento de uno de los procesos humanos más complejo de nuestro tiempo.

 

Para venta de fotografías que contribuyan a darle continuidad  a este proyecto favor comunicarse:

Francisco Elías Prada /

00+58+414 3015548

00+58+212+7633834

Web page Francisco Elías Prada

http://franciscoeliasprada.wixsite.com/franciscoeliasprada

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