Parte I: Representación (audio)visual de la ciudad
Representaciones de ciudades coloniales en el tiempo: reflexiones sobre la ciudad de Argel Les représentations des villes coloniales dans la durée : réflexions sur la ville d’Alger - Representations of colonial cities in time: reflections on the city of Algiers
Argel fue durante la Época Moderna una ciudad central del Mediterráneo no sólo por su situación geográfica. Su dinamismo social, su papel en los asuntos políticos hicieron de ella un espacio conflictivo denso dentro de la historia, también densa, del mar Mediterráneo. Por eso un análisis de cómo se configuró su representación textual e iconográfica en el mundo hispánico nos puede permitir comprender cómo la violencia histórica ha ido configurando los conocimientos sobre dicha ciudad. El saber sobre Argel se refleja en las representaciones que van consolidándose a lo largo de la Época Moderna hasta llegar a otra época, la de la conquista colonial, que inaugura otro tipo de violencia, pero también una nueva etapa de recopilación de conocimientos y representaciones.
Alger a été pendant la Période Moderne une ville centrale de la Méditerranée, non seulement en raison de sa situation géographique. Son dynamisme social, son rôle dans les affaires politiques en ont fait un espace conflictuel dense au sein de l’histoire tout aussi dense de la Méditerranée. C’est pourquoi l’analyse de la configuration de sa représentation textuelle et iconographique dans le monde hispanique peut nous permettre de comprendre comment la violence historique a façonné le savoir sur la ville. Le savoir sur Alger se reflète dans les représentations qui se sont consolidées tout au long de la Période Moderne jusqu'à la conquête coloniale, qui inaugure un autre type de violence mais aussi une nouvelle étape dans la compilation des savoirs et des représentations.
Algiers was during the Modern Period a central Mediterranean city not only because of its geographical situation. Its social dynamism, its role in political affairs made it a dense conflictive space within the equally dense history of the Mediterranean Sea. For this reason, an analysis of how its textual and iconographic representation was configured in the Hispanic world can allow us to understand how historical violence has been shaping knowledge about the city. Knowledge about Algiers is reflected in the representations that were consolidated throughout the Modern Period until the colonial conquest, which inaugurated another type of violence but also a new stage in the compilation of knowledge and representations.
Texte
Introducción
Es complejo comprender cómo se configuran las representaciones de las ciudades, no sólo por su capacidad metamórfica en el tiempo sino también por la variedad de soportes expresivos, artísticos o no, que permiten reflexionar sobre el ente urbano. Al introducir la variable del tiempo histórico, la complejidad puede aumentar ante la desaparición, por ejemplo, de vestigios que nos hubieran permitido conocer las realidades de unas sociedades en los que los medios de comunicación dependían en gran medida de la transmisión oral, sujeta a sus deformaciones desde el primer momento del acto comunicativo, o a la transmisión escrita o iconográfica mucho más minoritaria en su difusión. Estas representaciones asociadas a una ciudad podían consolidar la identidad de sus habitantes, pero también crear una base epistemológica en aquellas personas que por un interés económico, político, social o cultural podían tener curiosidad por las estructuras urbanas como tales, pero también por los equilibrios de poder o por la cultura que podían definir a una ciudad.
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René Lespes, Alger : étude de géographie et d’histoire urbaines. Paris : Félix Alcan, 1930. Dicha obra sigue siendo un gran libro para introducirnos en la geografía argelina; Federico Cresti, «Description et iconographie de la ville d’Alger au XVIe siècle», Revue des mondes musulmans et de la Méditerranée, 1982, 34, p. 1-22. Sakina Missoum, Alger à l’époque ottomane. La médina et la maison traditionnelle. Aix-en-Provence, 2003.
El interés de las ciudades por configurar una imagen positiva de sí mismas es un tema difícil de abarcar sobre todo si tenemos en cuenta la larga duración. Aún más arduo puede ser enfrentarse al problema de la construcción de la representación de las ciudades de allende el horizonte cultural europeo. La expansión europea de la Edad Moderna hizo que se multiplicaran las descripciones de espacios urbanos exógenos. Este humilde ensayo quiere evitar fracasar frente a la pluralidad de casos y la riqueza insuperable de las tipologías y casuísticas. Por eso se va a limitar a trabajar sobre una tipología de ciudad particular en el arco temporal relativamente largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. Este trabajo se integra en la categoría de las ciudades coloniales, es decir, reflexiona sobre las urbes que sufrieron el impacto de una conquista alógena que cambió radicalmente su esencia tanto desde el punto de vista urbanístico como del punto de vista social y cultural. En este caso, habría que restringir aún más el análisis para circunscribirla a la principal ciudad de la costa argelina actual: Argel, ciudad que presenta la particularidad de ser una ciudad grande, comparable a las grandes urbes del Mediterráneo de la época, con más de 100.000 habitantes desde finales del siglo XVI manteniendo estos registros poblacionales por lo menos hasta finales del siglo XVII1.
Argel: la cautiva en la lejanía
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La historiografía sobre este asunto es muy abundante. Entre las últimas obras que permiten hacer un recorrido por estas problemáticas y ofrecen una bibliografía consecuente podemos citar el libro de Miguel Ángel de Bunes Ibarra, Políticas de Felipe III en el Mediterráneo:1598-1621. Madrid: Polifemo, 2021. También como síntesis reciente sobre la complejidad del mundo urbano mediterráneo; Guillaume Calafat et Mathieu Grenet, Méditerranées. Une histoire des mobilités humaines (1492-1750). Paris: Seuil, 2023.
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Anne Duprat, Histoire du captif. Un paradigme littéraire, de l’Antiquité au XVIIe siècle. Genève, Droz, 2023. Dicha obra es el libro más reciente para orientarse en este tema. También Steven Hutchinson, Frontier narratives. Liminal lives in the Early Modern Mediterranean. Manchester: Manchester University Press, 2022.
Queremos hablar de Argel para destacar uno de los aspectos peculiares que no se han subrayado lo suficiente en la producción historiográfica de los últimos años pues dicha ciudad es quizás una de las ciudades extraeuropeas sobre las que más se ha escrito por europeos. Esto se debe a que la ciudad se mantuvo inexpugnable a los intentos de conquista por parte de las potencias europeas, sobre todo de la Monarquía Hispánica, por ejemplo, con las grandes expediciones de 1541 y 1775, por citar las dos más importantes de la Época Moderna. La sobreabundancia de textos sobre Argel es debida a la importancia numérica de una población europea que afluyó a la ciudad norteafricana ya fuera como prisioneros por causa de las largas guerras entre los poderes musulmanes y cristianos o también por alguna de las múltiples acciones de guerra corsaria que caracterizaron el espacio mediterráneo en la época moderna y que afectaron sobre todo a las poblaciones de los espacios ibérico, portugués, italiano y magrebí en general2. Desde este punto de vista hay que distinguir esta producción histórica sobre la ciudad de Argel de otras historiografías asociadas a la conquista colonial, como pueden ser las crónicas de las conquistas de los territorios americanos donde nos podemos encontrar por ejemplo con la descripción maravillada de Tenochtitlan en las Relaciones de Hernán Cortés o en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo. No entramos tampoco a comparar con las crónicas de las ciudades creadas o ya modificadas por el gesto transformador del poder colonial que abundaron tras la época de las primeras conquistas. Argel nos interesa por ser un espacio urbano abierto a la mirada europea fuera del gesto transformador del conquistador. Tiene la especificidad de ser una ciudad descrita desde el deseo de conquista. No estamos, tampoco, ante una mirada en la que el exotismo o la excentricidad sea un elemento generador del impulso literario que podemos encontrar en el género de libros de viajes que empieza a imponerse en Europa al mismo tiempo que Argel se convirtió en el espacio urbano más citado de la literatura de cautiverio, otro género o subgénero que ha atraído en estos últimos años la atención de los historiadores de la literatura3.
Argel desde Roma
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Natalie Zemon Davis, León el Africano: un viajero entre dos mundos. Valencia: Publicacions de la Universitat de Vàlencia, 2008. También sobre esta figura se pueden leer las contribuciones recogidas en François Pouillon, (éd.), Léon l’Africain, Paris: Karthala, 2009.
En estos tiempos nuestros en los que estamos pendientes de esas miradas cautivas o de la obsesión por la imposibilidad epistemológica de conocer o incluso de conocer al Otro quizás lo mejor sea comenzar con la primera descripción de la ciudad de Argel que nos ofrece un cautivo ilustre, pero un cautivo musulmán que escribe en italiano, desde la Roma papal, después de haber renegado de su primera fe, el Islam. Se trata de Juan León el Africano, su nombre de renegado, utilizado hasta hoy y que utilizaremos aquí aunque la sugerencia de una de sus principales estudiosas, Natalie Zemon Davis, nos parece muy legítima. La historiadora norteamericana nos invita a utilizar el nombre árabe preferido por el propio autor Yuhanna al-Asad (Yuhanna el León) como la mejor manera de recordar la identidad híbrida de este escritor4. En cualquier caso este autor, pilar de la historiografía geográfica sobre el África del Norte, describe así la ciudad:
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Juan León el Africano, Descripción general de África y de las cosas peregrinas que allí hay. Edición y traducción de Serafín Fanjul. Barcelona: Lunwerg, 1995, p. 220.
La ciudad es antigua y fue edificada por una tribu africana llamada Mezganna, por lo que entre los antiguos se denominaba así. Es muy grande y cuenta unos 4.000 hogares. Sus murallas son espléndidas y fuertes, construidas con gruesas piedras. Posee bellas casas y mercados muy ordenados en los que cada gremio dispone de su emplazamiento particular. Allí se encuentra buen número de Alhóndigas y baños. Entre otros edificios se observa una soberbia aljama situada a orilla del mar y delante del templo una magnífica explanada bajo la misma muralla de la ciudad, al pie de la cual baten las olas. Alrededor de Argel se ven numerosos huertos y terrenos plantados con árboles frutales. Cerca de la ciudad, por el lado este, pasa un río donde hay molinos y el caudal sirve para cubrir las necesidades de la ciudad. Las llanuras de la región son muy hermosas, sobre todo una dicha Mettegia cuya longitud es de cerca de 45 millas y una anchura de 36, donde crece trigo abundante y de primera calidad5.
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`Abd Allah b. `Abd al-`Aziz Al-Bakri, Description de l’Afrique septentrionale. Edición y traducción de William MacGuckin, barón de Sloane. Paris: Maisonneuve, 1965. Sobre la tradición de la literatura de viajes en el Islam; Touati Houari, Islam et voyage au Moyen Age. Paris: Seuil, 2001.
Después de este párrafo añade algunas noticias de tipo histórico aludiendo a la ocupación por los españoles del Peñón de Argel y el primer intento fallido de Carlos V para conquistar la ciudad en 1516. Estas alusiones a los episodios políticos que estaba viviendo la ciudad de Argel las hace como testigo presencial de los mismos. Es como tal que organiza su obra escrita: es también como testigo ocular como consolidó su posteridad. La memoria de sus viajes como embajador del poder marroquí, cuando era un hombre libre musulmán, es la semilla de la obra que escribe siendo ya un converso cautivo del papa. Su biografía le hace entrar en esa categoría de los seres híbridos que intrigan a la historiografía sobre el Mediterráneo estos últimos años. Su texto no entra en la categoría orientalista si ésta se define como la imagen del espacio geográfico conocido por Oriente y delimitado por los agentes de un saber construido desde Europa y por europeos a partir del siglo XVI hasta la actualidad. Juan León el Africano abre la puerta a los viajeros europeos de la Época Moderna de este espacio magrebí marcando así la tradición textual occidental sobre la ciudad de Argel. Este texto tantas veces citado nos da una idea de lo que era una modalidad de descripción de una ciudad dentro de la tradición de los viajeros árabes de épocas anteriores y que León conocía bien, como puede ser, por ejemplo, la descripción de Argel por Al-Bakri6.
Argel desde Granada
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Sobre este autor se puede consultar la obra reciente de Javier Castillo Fernández, Entre Granada y el Magreb: vida y obra de Luis del Mármol Carvajal (1524-1600). Granada: Universidad de Granada, 2016.
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Para los elementos de esta discusión, consultar el texto de Javier Castillo Fernández (Ibid.) y lo que se comenta aquí más adelante.
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Fernando Rodríguez Mediano, «Luis del Mármol lecteur de Léon. Une appréhension espagnole de l’Afrique», Pouillon, François, Léon l’Africain, Op. cit., p. 239-267.
El libro de León, desde la tradición de la literatura de viajes árabe, marcó un jalón que siguieron otros autores. El más conocido es Luis de Mármol Carvajal7 quien tuvo una experiencia comparable a la del doble renegado granadino. No sólo tienen en común ambos el lugar de nacimiento, Granada, aunque con la diferencia, abismal, de haber nacido en la ciudad todavía musulmana el primero y en la ciudad ya cristiana el segundo. Ambos vivieron, también, la experiencia del cautiverio. Mármol fue capturado, hipotéticamente8, durante la expedición a Argel de 1541 y según su propio testimonio estuvo al servicio de los príncipes Sa’adies viajando por diferentes partes del Magreb y del África subsahariana. Pudo seguir, por lo tanto, un recorrido geográfico paralelo al de Juan León. Se trata asimismo de un narrador que recorrió y conoció los espacios geográficos que describe en su obra o al menos eso afirma. Como Juan León, Luis fue también un viajero, pero en su bagaje no sólo cuenta con su experiencia vital, sino que, también, en el momento de escribir, unos cuantos años después de haber sido rescatado y vuelto a su Granada natal, va a utilizar su memoria y, también, el libro de Juan León como una de sus principales fuentes. Eso hace que su texto sea todavía interpretado, a pesar de las advertencias de historiadores como Fernando Rodríguez Mediano9, como un plagio del texto de Juan León. En estas páginas sólo nos interesamos en la descripción de Argel que copiamos aquí para observar la diferencia que puede haber entre los dos textos:
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Luis del Mármol Carvajal, Libro primero y segundo volumen de la primera parte de la descripción general de Africa con todos los sucesos de guerra, y cosas memorables. Granada: René Rabut, 1573, fol. 215.
Su sitio es en la ladera de un alto monte, y esta cercada de altos y fuertes muros de piedra, y de un fosso muy hondo con muchos baluartes al derredor. Tiene quatro puertas principales: la una responde al cierço donde está el puerto y una isla donde solía estar la fortaleza del Peñón, el qual no era tan capaz ni tan seguro como ahora después que Salh Arraez hizo el muelle que junta la isla con la tierra firme, trayendo la piedra para el de los antiguos edificios de la ciudad de Metafus. Los muros se alçan poco a poco sobre unos cerros, y dando vuelta hacia el Mediodia hazen una punta que desde lexos paresce un triángulo empinado, y en lo más alto está un castillo antiguo y muy vistoso que se descubre de muy lexos a la mar. Y desde allí va una senda por una loma arriba hasta dar en una fortaleza que los Turcos han hecho modernamente, y está poco más de un quarto de legua del castillo, llamada el Burche; la qual tiene quatro baluartes fuertes, y en medio una gran plaça capaz de mil hombres de pelea, y una grandísima cisterna para el tiempo de la necesidad, siempre la tienen guardada que no beben de ella si no de un pozo manantial que esta doce o quince pasos fuera de la puerta de la fortaleza. Los baluartes están llenos de artillería de bronce, y siempre reside allí un alcaiyde con 300 turcos de guarnición. Entre esta fortaleza y la ciudad está otro fuerte modernamente hecho por Aluch Ali Fartaci, en el cual hay también gente de guarnición. Las casas comienzan desde la marina en un llano y se van alçando poco a poco coo gradas unas sobre otras por el monte arriba haciendo una hermosa vista, porque todas tienen sus ventanas y corredores a la mar y que no se quitan la vista unas a otras. La fábrica de ellas es muy buena en general, y en particular hay muchos palacios modernos hermosamente labrados por los arraeces y capitanes turcos, y renegados que allí han residido. Las plaças y las calles están muy bien repartidas y cada oficio y trato puesto por si. A la orilla de la mar está una hermosa mezquita y muy grande, y delante della hay un mirador espacioso y largo hecho sobre el propio muro de la ciudad donde baten las olas del mar. Alderredor de los muros hay grandes arboledas de huertas, y dos leguas levante de la ciudad pasa un río que los Alarabes llaman Ued el Harrax […]10.
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Africano, Op. cit., p. 222.
Es difícil decir, tras leer este pasaje, que Mármol de Carvajal copia a Juan León. No parece tampoco que el texto de este último haya sido una inspiración para el primero. Sí que hay algo que relaciona los dos textos: se trata en ambos casos de una mirada un tanto lejana, como una imposibilidad para penetrar en el cuerpo de la ciudad. Lo cual nos hace pensar en el estatuto que tradicionalmente se ha dado a las dos obras como obras de viajeros que vieron, y entraron, en los lugares citados en sus textos. Es cierto que los historiadores que han criticado estos textos lo afirman de manera general para discutir después de manera más detallada si esta aseveración funciona para todos los sitios mencionados. En cualquier caso, para Argel, Juan León afirma que fue testigo de la llegada al poder en Argel por parte de los hermanos Barbarroja gracias al asesinato de Selim Etteumi, emir de la ciudad en 1514. Afirma que estuvo presente durante esos acontecimientos y que, después, salió de Argel para ir a Bugía « donde encontré a Barbarroja en el asedio de la fortaleza y me quedé con él para ver el final de su empresa hasta el momento en que huyó hacia Gegel »11. La cronología del pasaje es confusa, lo cual no quiere decir que el autor no haya estado en Argel, sino que más bien ha preferido dar importancia a la densidad de la historia de los acontecimientos. Estos borraron la posibilidad de describir tanto el urbanismo de la ciudad de Argel como el de profundizar en la descripción de los elementos sociales de la población.
En el caso de Luis de Mármol los elementos biográficos que da en su libro nos pueden también guiar para entender qué experiencias de viajero están detrás de su descripción de Argel. En el prólogo del primer libro, publicado en 1573, informa al lector que siendo joven participó en la expedición victoriosa de Carlos V contra Túnez en 1535 y que después estuvo 22 años al servicio del emperador en todas sus aventuras africanas, lo cual nos llevaría a 1557 o 1558, lo cual podría implicar que fuese capturado en la derrota del conde de Alcaudete cerca de Mostaganem en la última fecha. Pero las cuentas no son tan sencillas. Luis del Mármol añade que estuvo siete años y ocho meses cautivo durante los cuales afirma haber viajado junto a las tropas de Muhammad al-Sayj al Sáhara. Este es el resumen de los datos biográficos dados por el mismo autor en el prólogo. Estas indicaciones, junto a otras, escasas, dispersas en la obra, han dado mucho de qué hablar a los estudiosos. En el último y muy completo estudio sobre Luis del Mármol Carvajal, Javier Castillo Fernández, tras haber resumido las diferentes hipótesis barajadas por los historiadores, avanza su hipótesis según la cual Mármol cayó cautivo a finales de la década de los 30 y que los veintidós años que refiere (entre los que se contarían los siete años y ocho meses de esclavitud) son los que sirvió en los ejércitos imperiales. A partir de estas informaciones que nos proporciona el mismo Luis del Mármol podemos establecer con casi total seguridad que estuvo en poder de los sultanes sa’díes de Marruecos entre el año de 1542 y septiembre de 1545. Los testimonios que da el sobre su presencia en Marruecos en la década de los 40 nos indican que el periodo de cautiverio se produjo en ese momento pero también es cierto que indica que sus viajes por diferentes partes de África, desde el Sáhara hasta Egipto, los hizo tanto como cautivo como hombre libre, lo cual puede indicar que así como los veintidós años no son contabilizados como un periodo continuo, el cautiverio fue quizás también entrecortado, como lo sugiere Castillo Fernández al indicar que, probablemente, en 1546, Mármol viaja por Egipto «con toda probabilidad ya como hombre libre puesto que este no es uno de los cinco reinos en los que declara haber sufrido cautiverio » y, por lo tanto, los siete años y ocho meses indicados por nuestro autor se podían reducir a cuatro, los que van de 1542 a 1546.
Observamos que los elementos biográficos que pueden explicar la descripción de Argel de Mármol son escasos. Sin embargo, el texto sobre la ciudad está construido desde un eje visual que puede indicar que el granadino estuvo como soldado en la expedición anfibia contra Argel en 1541. Describe la ciudad como si la viera desde la costa, preocupado por sus fortificaciones y por su entorno. Alude, más que describe, a las murallas, al foso, al paisaje y, curiosamente, a las fortificaciones que se construyeron después de 1541, entre las cuales se cita la más conocida que es el castillo del emperador, acabado seguramente en 1545 y el castillo intermediario entre éste y la ciudad que se construyó en 1568. Estamos lejos del plagio del que se acusa a Mármol con respecto a Juan León, la única alusión que se puede encontrar en su texto a su predecesor en las descripciones norteafricanas es la que se refiere a la ordenación de las calles argelinas. El resto del texto nos invita a interpretar a Mármol como un escritor que utiliza su memoria pues no parece que pueda decir que participó «en todas las empresas de África» sin que haya vivido la de Argel en 1541 que acabó con miles de muertos y cautivos (quizás él mismo) a orillas de la ciudad magrebí. Es, también, como lector y auditor curioso que introduce en su texto las noticias sobre los cambios que pudo haber en las fortificaciones argelinas entre 1541 y 1571, fecha en la que indica que acabó de escribir el volumen impreso en 1573. Utiliza, por lo tanto, tanto su memoria de viajero como su curiosidad para mantenerse informado sobre el tema que le interesa.
Argel cartografiada
La representación de la ciudad por parte de Mármol está, por lo tanto, lejos de ampliar o de profundizar un conocimiento sobre la misma que tampoco un autor árabe como El Africano nos había permitido construir. Quizás porque estos viajeros no hubieran visitado la ciudad, como puede ser el caso de Mármol, que la vislumbró desde el mar, como objeto por conquistar, o quizás porque habiéndola visitado, el deseo de informar sobre la historia le lleva a prescindir de los elementos socio-urbanísticos que hubiera podido desarrollar, como es el caso de Juan León.
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Asedio/sitio de Argel por Carlos V, conservado en la Bibliothèque Nationale. [Consulta: 05-06-2024].
Disponible en <https://i.pinimg.com/originals/68/71/26/687126876df98aee8a43f7533e69cac2.jpg>. - Note de bas de page 13 :
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Para analizar las vistas generales de Argel a partir de los diferentes atlas se puede acudir a la obra en tres grandes volúmenes de Gabriel Esquer, Iconographie historique de l’Algérie depuis le XVIe siècle jusqu’à 1871. Paris: Plon, 1929.
La descripción de Mármol puede funcionar como un objeto iconográfico. Como si fuera uno de esos mapas que empiezan a publicarse entre 1563 y 1573, los años que van de la publicación del libro de El Africano por el editor veneciano Ramusio y el de la edición del de Luis del Mármol Carvajal. El primer grabado del que tenemos constancia sobre la ciudad norteafricana marca una tradición iconográfica dominante entre los grabados que representan Argel. Se trata de la obra realizada por Antonio Salamanca en 1541 según indica el propio grabado12. Aquí se configura también una estructura urbana general, una ciudad rodeada por murallas, con una fortificación en la parte alta, las fortificaciones costeras en las que destaca el muelle que une la ciudad con el antiguo Peñón. Esta tipología se va a difundir en otros atlas que sólo permiten crear una imagen irreal de la ciudad basándose en elementos básicos: una ciudad portuaria sin que haya elementos explícitos que nos permitan identificar esta ciudad como una ciudad musulmana. Se representan templos como si fueran iglesias y no mezquitas. Se representan puertos sin tener en cuenta su topografía exacta. Los únicos elementos reconocibles, o que podrían ser reconocidos como específicamente argelinos, desde la representación urbana iniciada por Antonio Salamanca, son el muelle con su torre defensiva, construida donde estaba el Peñón, y la fortaleza que domina la ciudad. En los diferentes grabados se representa siempre una ciudad sitiada, haciendo perdurar así la memoria de la aventura argelina de Carlos V en la mente del público que tenía acceso a esos atlas hechos para las cortes europeas de la época13.
Argel desde Argel
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Antonio de Sosa, Topographia e historia general de Argel: repartida en cinco tratados do se verán casos extraños, muertes espantosas y tormentos exquisitos. Valladolid: Diego Fernández de Córdoba, 1614.
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Maria Antonia Garcés (ed.), An early modern dialogue with Islam: Antonio de Sosa’s Topography of Algiers (1612). Notre Dame (Indiana): University of Notre Dame Press, 2011. Se trata del último estudio sobre esta obra.
Estas iconografías se inspiran seguramente de los textos que se escribieron después de 1541 para explicar el fracaso del emperador en las costas argelinas y que son muy similares al de Mármol Carvajal que hemos podido leer en estas páginas. Hay que esperar a la década de 1570 para ver cómo se construye una nueva manera de representar la ciudad que marcará un antes y un después. Se trata de la Topografía e historia general de Argel del cautivo Antonio de Sosa, presente en Argel entre 1577 y 1581, y que fue publicada bajo la autoría de Diego de Haedo en Valladolid en 161214. Se trata, de nuevo, de una obra en la que la experiencia del cautiverio juega un papel importante. En los dos casos que nos han ocupado hasta ahora no se puede hablar de que los dos autores estuvieran cautivos en Argel. El cautiverio fue más bien un facilitador de información, en el caso de Mármol, o un facilitador de producción, pues Juan León escribe su texto para responder a una demanda venida de la corte pontificia. En el caso de Antonio de Sosa es la experiencia del cautiverio en Argel la que va a dar su sello propio al texto y va a marcar la tipología historiográfica posterior, convirtiéndola en un clásico que anuncia nuevos tiempos o nuevas maneras de describir la ciudad y la sociedad argelina. No en vano se dice que Antonio de Sosa prefigura la ciencia antropológica y la etnografía. Pero no será esta su inmediata posteridad. Antes de llegar a esta herencia, Antonio de Sosa abrió la puerta a la literatura de cautiverio, a la autobiografía de los cautivos, a las denuncias de los abusos causados por la violencia de la experiencia de la caída en esclavitud y, por último, también al mundo de la ficción novelesca que tanto influyó en la creación literaria de la primera mitad del siglo XVII español. Es la violencia de esta experiencia la que sesga la mirada y el saber sobre la ciudad de Argel y sus habitantes15.
El título de la obra ya nos indica dónde radica la novedad de la obra con respecto a las descripciones más conocidas que hemos visto hasta ahora. Antonio de Sosa va a prestar tanta atención a la descripción geográfica de la ciudad como a su historia y, también, lo más novedoso, a sus gentes. Hay que decir que tanto Juan León el Africano como Luis de Mármol Carvajal habían permanecido atentos a la historia y a las gentes y a sus costumbres, pero los capítulos más ricos sobre esta pluralidad de temas se reservan para las partes de sus obras dedicadas al espacio marroquí. Los años de cautiverio de Antonio de Sosa en Argel, que van de 1577 a 1581, le hicieron entrar en el interior de un cuerpo urbano mientras que en la descripción de Luis de Mármol dicho cuerpo, Argel, fue un objeto de deseo visto desde el mar o, para León, fue una ciudad más en su recorrido por la civilización musulmana del norte de África cuando él era todavía musulmán y el cautiverio en Roma no le había dado el impulso para escribir sobre sus viajes. Antonio de Sosa va a dar gran amplitud a su análisis, esa amplitud que sus antecesores habían reservado a sus descripciones de Fez y Marrakech. Sosa narra la historia antigua de Argel, y a partir de ella, describe sus murallas, sus fuertes, su puerto, sus calles. La historia y la geografía urbana son la puerta de entrada para la descripción de sus habitantes, de los turcos y su organización socio-militar, de los corsarios… para seguir con los árabes, los judíos, los renegados, las diferentes creencias, las costumbres y otros puntos de interés sobre la forma de vivir la religión y la vida cotidiana. Se completa así un ambicioso informe de la sociedad argelina que inspiró a todos aquellos europeos que escribieron sobre Argel en los siglos posteriores, hasta tal punto que al final de la Época Moderna, y casi al final de la Argelia otomana, en 1771, el fraile trinitario Alonso Cano y Nieto escribió su Nuevo Aspecto dela Topografía de la Ciudad y Regencia de Argel como una manera de rendir homenaje a la obra de Antonio de Sosa y, también, a la de Juan León el Africano. Dados los límites de este trabajo, me limito a citar a los otros dos historiadores que, para el trinitario español, escribieron sobre la ciudad de Argel en lengua española en el siglo XVII: se trata del fraile mercedario Gabriel Gómez de Losada con su Escuela de trabajos publicada en 1670 y del fraile trinitario Francisco Antonio Silvestre y su Fundación histórica de los Hospitales que la religión de la Santísima Trinidad, Redención de cautivos, de Calzados, tiene en la ciudad de Argel. El fraile Alonso Cano no menciona las obras de otros cautivos escritores cuyos textos no fueron publicados hasta hace pocos años como es el caso de las Memorias del cautiverio y costumbres, ritos y gobiernos de Berbería del fraile jesuita José Tamayo y Velarde, editada por Felipe Maillo Salgado, o la de otro mercedario, el fraile Melchor de Zúñiga, Descripción y república de la ciudad de Argel, edición a cargo de Pancracio Cerdán Gomariz. No es una coincidencia que los cinco autores mencionados pertenezcan al clero, como también pertenecía Antonio de Sosa. Quizás esta sea una de las características de la construcción de la imagen de Argel durante la Época Moderna hispánica. La preponderancia de textos escritos por miembros del clero que focalizan su interés en los aspectos religiosos, en las dificultades del cautiverio, en las pruebas de la fe. En este aspecto, Antonio de Sosa ya había preparado el terreno, pues el subtítulo de su obra abre la puerta a la temática de la oposición religiosa vista desde la perspectiva de la violencia del cautiverio. Dice así: «Do se verán casos extraños, muertes espantosas y tormentos exquisitos que conviene se entiendan en la Cristiandad con mucha doctrina y elegancia».
Conclusión
La representación cultural de la ciudad de Argel en Europa va a estar mediatizada por el fenómeno del cautiverio; por la violencia de la pérdida de la libertad, ligada a menudo a las guerras entre potencias mediterráneas o a la guerra de corso; o, por último, por las historias ejemplares de martirios y redenciones. Es esta violencia la que configura la construcción de una representación que, en el mejor de los casos, busca la descripción y el análisis del otro, como se puede leer en ciertos pasajes de la Topografía de Antonio de Sosa o de algunos de los autores citados. La violencia impulsa a Sosa y a otros autores a profundizar en el análisis de la sociedad argelina, buscando sus defectos, denunciando el poder arbitrario de los otomanos, describiendo costumbres musulmanas. Pero la voluntad de denunciar las experiencias traumáticas del cautiverio hace que se difuminen los matices, a menos que el lector atento sepa mantener la vigilancia, pues se compaginan en muchos casos, por ejemplo en Mármol y en Sosa, la denuncia de violencias con los análisis pertinentes de la realidad social de la ciudad argelina. No fueron estos, sin embargo, los elementos perdurables. La violencia del enfrentamiento plurisecular hizo que las tendencias culturales favorables a las culturas musulmanas, tanto de la época granadina medieval como del Magreb de la Época Moderna, fueran difuminándose a principios del siglo XVII favoreciendo obras apologéticas donde domina la voluntad de conquista.
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Francisco Márquez Villanueva, Moros, moriscos y turcos de Cervantes: ensayos críticos. Barcelona: Bella Terra, 2010; George Camamis, Estudios sobre el cautiverio en el siglo de Oro. Madrid: Gredos, 1977; Albert Mas, Les Turcs dans la littérature espagnole du Siècle d’Or (Recherche sur l’évolution d’un thème littéraire). Paris: Centre de Recherches Historiques, 1967; Natalio Ohanna, «Los Cautivos de Argel de Lope de Vega y la expulsión de los moriscos», in Hispanic Review, 2016, 84, n. 4, p. 361-379.
- Note de bas de page 17 :
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Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, Francisco Rico, (ed. lit). Barcelona: Alfaguara, 2015.
- Note de bas de page 18 :
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Félix Lope de Vega y Carpio, Los cautivos de Argel, Natalio Ohanna, (ed. lit). Barcelona: Castalia, 2017.
- Note de bas de page 19 :
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[Consulta: 06-06-2024]. Disponible en <https://www.museedevalence.fr/fr/19e-siecle/vue-de-la-rade-dalger>.
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Marion Vidal-Bué, Alger et ses peintres. 1830-1960. Paris: Editions Paris-Méditerranée, 2000.
En la ficción de esta época se ha estudiado el auge y desaparición de estas temáticas16. Sería vano entrar aquí en este espacio de la ficción, pero cabe recordar que en la llamada Novela del Cautivo inserta en la primera parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, Argel no es más que un nombre que enmarca una historia de cautivos con elementos autobiográficos. En la economía narrativa no es necesario más, lo mismo podemos ver en otras obras de Miguel de Cervantes17 o de otros grandes autores18. Argel se convierte en un marco de referencia esquemático. También en la iconografía histórica van a abundar vistas marítimas de la ciudad en las que la ciudad se convierte en un trapecio de color blanco, así como lo definía el propio Sosa y otros autores o como se puede observar en las observaciones cartográficas citadas en estas páginas. Un ejemplo, ya tardío, puede ser la Vue d’Alger de 1802, una acuarela de Boizot, a partir del testimonio del ciudadano Hulin que iba en la escuadra francesa para negociar con el dey de Argel, conservada en la Biblioteca Nacional de Argel o, por poner otro ejemplo de una obra de fácil consulta en línea, la Vue de la rade d’Alger del pintor Adrien Champel, de composición similar pero realizada ya después de la conquista de la ciudad por Francia en 183019. Durante los siglos anteriores Argel había sido un objeto de deseo de posesión. Se quiso conquistarla, se la bombardeó, por españoles, franceses, holandeses, ingleses, se la amenazó por las potencias citadas, pero también por Dinamarca, Venecia, Suecia y otras. Pero la ciudad se mantuvo alejada de estas presencias y supo defenderse de todos estos enemigos, a veces con las armas y a veces, como en el caso de las potencias del Norte y Francia, mediante la diplomacia, negociando con ellas acuerdos de paz, inestables, es cierto, pero que favorecieron su prosperidad20.
La violencia del Mediterráneo, la violencia del corso, hizo de Argel, y de otras ciudades magrebíes y europeas, un puerto esclavista. El cautiverio fue el motor que movió la curiosidad europea hacia esta ciudad. Esa violencia deformó la perspectiva de los análisis, aunque nutrió y consolidó la literatura que representaba la oposición entre dos mundos. De esta manera se armó el arsenal de las justificaciones de la violencia de una conquista que se convirtió en el mecanismo del pensamiento colonial que entre otras muchas otras cosas hizo que se expandiera al mismo tiempo el poder violento de los agentes coloniales y el conocimiento de las sociedades colonizadas. A partir de 1830 las representaciones de Argel van a desarrollarse tanto a nivel de las fuentes escritas como iconográficos dando lugar, en esta última rama, al orientalismo, una escuela pictórica que acompañó la aventura colonial para rendir homenaje a los conquistadores, pero también para crear una mirada exótica sobre la sociedad colonizada. Entre 1830 y 1962 el arte construye la imagen de Argel combinando tanto el interés por el cambio acelerado como la voluntad de registrar las costumbres antiguas. El arte del colonizador penetra los espacios privados que hasta entonces habían permanecido en la sombra. La violencia de la conquista se impuso a la violencia del cautiverio. En los dos casos, la violencia fue el motor del conocimiento.
En 2024 las sociedades de ambos lados del Mediterráneo siguen sujetas a violencias de diversos tipos, violencias que tienen que ver con las rentas energéticas, con las desigualdades sociales, violencias ligadas a la herencia colonial, conflictos memoriales. Las representaciones de Argel están hoy en día muy presentes, sobre todo en Francia, pues España pasó a un segundo plano en la historia contemporánea del Mediterráneo. Es por lo tanto en el país galo donde la representación de la ciudad de Argel sigue siendo un tema de interés que está presente en la cultura popular. Hojeando algunos de los productos más convincentes de la misma podemos darnos cuenta de cómo el conocimiento acumulado por los últimos cinco siglos de historia es utilizado. El trabajo del dibujante Joan Sfarr en la serie de cómics Le Chat du Rabbin recrea la ciudad de Argel utilizando el trabajo de los orientalistas del siglo XIX convocando una memoria visual subyacente del público francés y europeo. Se trata de una evocación entre nostálgica y fantasmagórica de un mundo perdido que quizás nunca existió pero que es capaz de provocar ecos en sus lectores. Otro dibujante que utiliza la memoria histórica visual y textual de Argel para crear una obra evocadora es Jacques Ferrandez en la serie Carnets d’Orient o más recientemente Suites algériennes donde podemos observar cómo Argel no es ya ese trapecio blanco de los cuadros de marinas del siglo XVII y XVIII. Ferrandez dibuja la casbah como es y como fue, dibuja los paisajes de la Mitidja, de Argelia, para dibujar una historia que parece que se cierra desde una perspectiva francesa. En cualquier caso, esa historia nos cautiva y mantiene vivas las preguntas de orden histórico y humano sobre la ciudad argelina aunque la tentación de mirar desde lejos la evolución de Argel parece que tienta a los poderes políticos de ambos lados del Mediterráneo y también a los ciudadanos europeos.